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Inter-culturalism and politics in Guatemala

Comentario: El autor analiza el modelo excluyente que ha primado en la historia política nacional, y que ha marginado a la población indígena del poder de decisión. Expone la experiencia del trabajo político intercultural de Xel-jú en la Municipalidad de Quetzaltenango, y propone la necesidad de un trabajo intercultural conjunto para transformar las relaciones de poder existentes. Una de las tareas pendientes para esa transformación es la la reforma constitucional. Nota: Documento enviado para su difusión y debate en ALERTANET. Para cualquier reproducción, solicitar permiso del autor. ALERTANET EN DERECHO Y SOCIEDAD/ LAW & SOCIETY alertanet@hotmail.com  http://geocities.com/alertanet/index.html

 

 
INTERCULTURALIDAD Y POLÍTICA EN GUATEMALA

 

“Simposio Relaciones Interétnicas, racismo y desafíos multiculturales para el siglo XXI en las Américas, en el marco del 50 Congreso Internacional de Americanistas”[i]. Varsovia, Polonia, del 9 al 14 de Julio del 2000.

 

Jordán Rodas Andrade[ii] cinjor@quetzal.net

 

            Datos Generales

            La República de Guatemala cuenta con una población de 10,5 millones de habitantes. Esta población se ubica en una extensión de  108.889 kms. cuadrados, repartida en 22 departamentos  geográficos y 331 municipios.

Una de sus características más sobresalientes es la gran diversidad lingüística, étnica y cultural, además de las marcadas diferencias socioeconómicas con mayor énfasis en las derivadas de la procedencia  Rural o  Urbana, así como  el régimen de tenencia de la tierra.

Paradójicamente, a partir de la colonización española,  las poblaciones  Maya- mayoritaria en el país-, Xinca y Garifuna han sido sistemáticamente excluidas de los ámbitos de información, consulta, debate y toma de decisiones políticas, jurídicas, socioeconómicas y culturales, tanto a nivel municipal como nacional, así como de los beneficios derivados de las decisiones allí emanadas. Previamente habían sido despojados de su modus vivendi por excelencia: la tierra, pues Guatemala, a diferencia de otros países colonizados, no contaba con fuentes de riqueza mineral en abundancia. Este despojo les obligó a buscar otras tierras, siempre, sin embargo, menos fértiles y en orografía  difícil como la del Altiplano Occidental, lo que les llevó a  servir como mano de obra a los nuevos propietarios latifundistas, principalmente en la costa sur del país.

HECHOS

 Recordemos que el motivo de fundamental de este proceso de despojo-sometimiento-explotación-exclusión fue eminentemente económico, en tanto en cuanto el propósito último de la colonización era el descubrimiento y consiguiente explotación de los recursos naturales existentes en el país para beneficio del Imperio. Claro está que a ello contribuyó de manera importante, por un lado, la reproducción exacta del modelo socio-político del Imperio en la colonia, modelo en sí mismo excluyente y , por otro lado, la mentalidad bien extendida de que los indígenas, al igual que las mujeres y los niños, no tenían alma y, por tanto, no eran personas, por lo cual, siendo animales o cosas, se podía hacer cualquier cosa con ellos, como por ejemplo, despojarles también de sus referentes culturales, especialmente la lengua y la religión, por su propio bien, que en realidad era el bien de un determinado status quo.

En este sentido, la doctora Marta Elena Casaus Arzú señala que “la lógica de la discriminación socio-racial y cultural va a estar dirigida desde las instituciones coloniales, la corona, la iglesia, la audiencia y el cabildo y su objetivo principal va a ser tratar de desidentificar al  indígena  de sus referentes principales: religión, idioma,  cosmogonía, costumbres, etc.  a través de la destrucción gradual y sistemática de su pasado y de la implementación de los valores cristiano- occidentales. Así  pues la lengua y la religión se convertirían en los principales instrumentos de penetración y de aculturación colonial, por lo que la penetración  y dispersión  del racismo  tendrán un sesgo  más culturalista que biologista, aunque la pigmentocracia  funcionará en las relaciones y el roce interétnico  así como en la configuración de la pirámide social” (Casaus 1999: 58-59)

No obstante lo dicho, si bien indios, ladinos y criollos ocupaban espacios sociales, políticos y económicos  separados entre sí incluso geográficamente, en sus espacios los indios gozaban de cierta autonomía jurídica y política, que, sin embargo,  perderían en un nuevo tipo de Estado que, paradójicamente, proclamando la igualdad de todos ante la Ley, invisibilizaba las diferencias culturales existentes, lo cual les obligó a tratar de ladinizarse para ser sujetos reales de derecho: era el Estado-nación liberal.

Efectivamente. La Independencia va a suponer un cambio fundamentalmente en relaciones entre la colonia y la Corona, dado que a partir de ese momento serán los criollos quienes ejercerán el pleno poder político y económico. Pero asimismo su consolidación va a necesitar reubicar el lugar y papel social de los indios.  Por un lado, como decíamos anteriormente,  otorga carta de ciudadanía a todos los habitantes en el territorio guatemalteco, criollos, indios y ladinos. Pero esta consideración de igualdad es un mero avance formal-jurídico. Porque la realidad social cotidiana demuestra que el indio es visto básicamente como obstáculo en el progreso político y económico de la nueva nación. Esta vez la razón de su incapacidad radicará en su “naturaleza”, es decir, ahora son sus genes, no su cultura,  quienes le impiden contribuir al progreso antes mencionado. Por eso, es que se justifica que siga siendo relegado a roles inferiores y, por supuesto, mantenido al margen de cualquier ámbito de tomas de decisiones que le afecten, directa o in- directamente.

En el periodo del llamado “conflicto armado interno” que duró 36 años, el Estado existente, en que el ejército mantuvo el poder real con la connivencia de la oligarquía económica y, en ocasiones, las iglesias neo-pentecostales, reprimió de manera especial alas poblaciones indígenas, pero, a mi juicio, esta represión que, en algunos momentos, adquirió dimensiones de auténtico etnocidio, no tenía una motivación prioritariamente étnica, es decir, el propósito no era eliminar a los indios por sí mismos, aunque de hecho así ocurrió, sino que el propósito era impedir el triunfo de la ideología de izquierda abanderada por la guerrilla, la cual cuestionaba seriamente el status quo imperante caracterizado por profundas desigualdades socio-económicas y un modelo político al servicio exclusivo de la oligarquía. En definitiva , dicho “conflicto” estaba enmarcado en el contexto de la “guerra fría”.

 De hecho, al interior de los movimientos populares y también de la guerrilla,  la razón de sus luchas no incluye expresamente reivindicaciones culturalistas sino eminentemente de clases, en las que la desproporcionada distribución de la tierra en Guatemala y la evidencia de que más del 70% de la misma se encontraba en manos de dicha oligarquía (un 4% de la población) mientras que tan sólo el 30% restante de la tierra aproximadamente era cultivada por más del 80% de la población, esta sí campesina e indígena en su mayoría, para la cual la tierra era además de económicamente valiosa, culturalmente importante.

En este sentido convienen no olvidar que la cúpula dirigente de la guerrilla era un reflejo más del Estado autoritario, racista y excluyente contra el que luchaba, en tanto en cuanto al igual que aquél no estaba conformada por indígenas.

No será hasta la conmemoración de los 500 años del descubrimiento de América, que coincide con el otorgamiento  del  premio Nobel de la Paz a la dirigente indígena Rigoberta Menchú Tum , que las reivindicaciones de tipo cultural tendrán voz y espacio propios, independientes de las reivindicaciones socio-económicas, al punto de ser incluidas, ahora sí, expresamente en los Acuerdos de Paz, en concreto en el llamado Acuerdo sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas, suscrito el 31 de Marzo de 1995 en México DF entre el Gobierno de Guatemala y la Unidad  Revolucionaria Nacional Guatemalteca – URNG. 

Posteriormente, el 7 de Diciembre de 1996, en Estocolmo –Suecia se suscribe entre las mismas partes el Acuerdo sobre Reformas Constitucionales y Régimen Electoral, en el que, entre otros aspectos, indica que “se prevee reconocer constitucionalmente la identidad de los pueblos Maya, Garífuna y Xinca y, desde tal perspectiva, la necesidad de definir y caracterizar al Estado guatemalteco como de unidad nacional, multiétnica, pluricultural y multilingue. No se trata de reconocer la existencia de distintos grupos étnicos y su identidad como lo hace actualmente la Constitución política de la República en el artículo 66, sino reconocer la conformación de la misma sociedad, sin perjuicio de la unidad nacional, y del Estado, está caracterizada de aquella manera, lo que implica, además, el reconocimiento de la especificidad de la espiritualidad indígena como componente esencial de su cosmovisión y de la transmisión de sus valores y de la oficialización constitucional de los idiomas indígenas, como uno de los pilares sobre los que se sostiene la cultura nacional y como medio de la adquisición y transmisión de la cosmovisión indígena, de sus conocimientos y valores culturales” (Gobierno de Guatemala y URNG 1997: 128-129)

Sin embargo, por múltiples y variadas circunstancias, dichas reformas constitucionales no fueron aprobadas en la Consulta Popular celebrada el año pasado.

Recientemente el actual partido gobernante, Frente Republicano Guatemalteco - FRG, recientemente electo, manifestó su interés en convocar una nueva Asamblea Nacional Constituyente a fin de modificar la Constitución. Paradójicamente la práctica totalidad de los partidos de la oposición que anteriormente impulsaron el Sí a las reformas constitucionales en la mencionada Consulta Popular, ahora empero se oponen a la propuesta del partido oficial, argumentando básicamente el temor a que sea rebocada la prohibición de postularse a la Presidencia de la República a aquellos que ya la han ejercido y, en especial, quienes lo hayan hecho a través de un golpe de estado, como es el caso del actual Presidente del Organismo Legislativo y fundador del FRG, el general Efraín Ríos-Montt. Siendo esto cierto, el reto del resto de los partidos políticos sería vencer al fantasma del pasado en las próximas elecciones.

Esta situación descrita evidencia claramente que la clase política guatemalteca así como la sociedad civil organizada en su mayoría, o bien es incapaz de desarrollar teórica y prácticamente un proyecto de Estado, menos aún incluyente de la diversidad cultural, o bien carece de la voluntad política suficiente para llevarlo a cabo.

Y es que tampoco podemos olvidar que los partidos políticos se caracterizan por la falta de democracia interna y por constituirse alrededor de los intereses de ciertas familias o grupos sociales e incluso individuales tradicionalmente poderosos, en vez de elaborar y trabajar por un determinado proyecto de nación. Obviamente es por ello que la participación de los indígenas es insignificante a todo nivel y por ende sus reivindicaciones no se transforman en políticas públicas, aunque estas estén plasmadas en los Acuerdos de Paz.

 Por todo ello se hace necesario oxigenar el sistema político guatemalteco desde su raiz, que son los partidos políticos, y facilitar también otras vías de participación ciudadana como son los Comités Cívicos, para garantizar así la implicación los sectores que tradicionalmente han estado al margen del quehacer político del país.

En este sentido, los espacios locales de poder son unos de los pocos reductos reales y efectivos que los indígenas guatemaltecos  están ocupando progresivamente. El caso del comité cívico Xel-Jú de  Quetzaltenango, segunda ciudad en importancia del país, merece un análisis profundo por las repercusiones que tiene a todo nivel.

            El comité cívico Xel-Ju es un movimiento político-social que nace hace 28 años con una marcada inclinación por la reivindicación de los derechos de los pueblos indígenas. No es sino hasta 1995  que obtuvo la  alcaldía municipal de Quetzaltenango, para lo cual fue necesario  abrir  a su interior espacios de participación a mujeres y hombres no indígenas, asumiendo seriamente el reto de no revertir la discriminación de que habían sido objeto  los indígenas por más de 500 años.

           

            Propuesta

Es así como el concepto de interculturalidad tomó vida, más allá de los debates teóricos; es decir personas de distintas culturas, como en Guatemala lo son los mayas  y los ladinos, deciden no sólo coexistir sino construir en conjunto  políticas de Estado, partiendo del reconocimiento de la diversidad cultural. Lo que no implica la superioridad de una cultura sobre otra, teniendo como sustento la tolerancia, pero tampoco confundiendo ésta con la indiferencia, ni con la permisividad.

            Es inviable pensar en un proyecto político exclusivista maya en aras de buscar una legítima equidad de oportunidades sociales, económicas, culturales y políticas para un país  que también tiene garífunas, xincas y ladinos. Y es que ninguno de los grupos culturales  puede quedar al margen de la toma de decisiones de las políticas publicas dirigidas  a todos lo guatemaltecos.

            Es pues impostergable tratar de reducir las desigualdades abismales en el nivel de  vida existentes entre, por un lado los sectores  que tradicionalmente han establecido las normas para mantener y/o aumentar sus privilegios, y por el otro lado la mayoría de la población que no ha tenido los espacios suficientes para ser participes  y beneficiarios de una verdadera democracia.

            La clase política  debe de dar muestra concretas de que le interesa  no digamos recuperar la credibilidad de la población, por que nunca la ha tenido, pero si de cambiar actitudes que los han desprestigiado, para lo que se debe formarse políticamente, dejando  a un lado el empirismo político,  y capacitarse para el ejercicio de la administración pública de una forma eficiente y honesta.

            En definitiva, si bien es necesario garantizar un Estado plenamente intercultural, no podemos cifrar todas la esperanzas de solucionar la compleja situación guatemalteca, sin abordar con seriedad  de forma simultanea e integral aspectos igual de importantes como: transformar la desproporcional e injusta distribución  de la riqueza, y en ese sentido  también  invertir la estructura fiscal que  a la fecha en un 80 % depende del pago de impuestos indirectos, en contra del apenas 20% de impuestos directos,  descentralizar el país  fortaleciendo los gobiernos municipales,  repenzando a la vez, estructuras regionales del Estado  democráticas  que respondan  a una lógica de criterios para su conformación, ya sean estos lingüísticos, culturales, geográficos e históricos,  fortalecer el  Estado de Derecho, democratizar  el sistema político y  priorizar el gasto público en ámbitos como la educación y la salud que no gozan  un alto porcentaje de guatemaltecos.

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA  sobre POLÍTICA E INTERCULTURALIDAD EN GUATEMALA

 

Asociación para el Avance de las Ciencias Sociales de Guatemala – AVANCSO

1999     ¿Racismo en Guatemala?, Ediciones Don Quijote, Guatemala

 

Birk, Fridolin (Comp.)

1997     Guatemala: ¿oprimida, pobre o princesa embrujada?, Magna Terra Editores, Guatemala

 

Camps, Victoria y Giner, Salvador

1998     Manual de civismo, Editorial Ariel S.A:, Barcelona

 

Casaus Arzú, Marta Elena

1998     La metamorfosis del racismo en Guatemala, Cholsamaj, Guatemala

1999          “La metamorfosis del racismo en la élite de poder en Guatemala”, ¿Racismo en Guatemala?, Ediciones Don Quijote, Guatemala, pp. 47-93.

 

Gobierno de Guatemala y Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca – URNG

1997     Acuerdos de Paz, Editora Procuraduría de Derechos Humanos, Guatemala

 

Institute for Democracy and Electoral Assistance – IDEA (Comp.)

1998     Democracia en Guatemala, Tercer Mundo Editores, Colombia

 

Instituto Muni-k´at

1999     Bajo los diez pensamientos, Ediciones Muni-k´at, Quetzaltenango

1999     La pobreza indígena, Ediciones Muni-k´at, Quetzaltenango

Gimenez, Carlos

Proyecto Q´anil – PNUD

1999     Guía sobre interculturalidad I, editorial PNUD, Guatemala

 

Rodas Andrade, Augusto Jordán

1995     La necesidad de reformar la Constitución política en Guatemala como un instrumento para que la paz sea un proceso sostenible, Centro Universitario de Occidente / Universidad San Carlos de Guatemala, Quetzaltenango

 

Wieviorka, Michel

1992     El espacio del racismo, Ediciones Paidós Ibérica, Barcelona



[i] Entidades organizadoras: Red Iberoamericana de Investigaciones Interdisciplinarias en relaciones Interétnicas, Universidad Nacional de Colombia, Universidad de Buenos Aires, Universidad de Varsovia, Escuela Universitaria  de Trabajo Social de Jerez de la Frontera, Corporación Colombiana de Investigaciones Humanísticas, HUMANIZAR.

 

[ii] Abogado y Notario, Guatemalteco, Lic. en Ciencias Jurídicas y Sociales por la Universidad de S.Carlos de Guatemala,  Magister en Dirección y Gestión pública local,  Síndico Municipal de Quetzaltenango  1996-2000,  actualmente subsecretario del Comité Cívico Xel-Jú. 

 

Redactado por Jordán Rodas Andrade  cinjor@quetzal.net

 

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